Detrás de la apariencia neutral de las reglas que regulan la evaluación de la investigación en Italia, se esconde un sistema opaco y autorreferencial. Un análisis realizado por Alberto Baccini y Cristina Re revela que los paneles VQR (Evaluación de la Calidad de la Investigación), especialmente en el área económica, están dominados por redes académicas cerradas e influyentes, a menudo vinculadas a la universidad Bocconi.
¿Paneles independientes? Solo cuando había sorteo
La comparación entre las dos primeras VQR (2004–2010 y 2011–2014), cuyos paneles fueron nombrados directamente por ANVUR (Agencia Nacional de Evaluación del Sistema Universitario e Investigación - Ministerio de Universidad e Investigación), y la tercera (2015–2019), donde se introdujo un sorteo entre los candidatos, es elocuente: solo la VQR con paneles sorteados mostró pluralismo real y ausencia de concentración de poder. Con la actual VQR se ha retrocedido: ANVUR ha vuelto a nombrar directamente a una parte de los comisarios, reactivando dinámicas de cierre y conformismo.
Redes de poder: mismos nombres, mismas afiliaciones
A través de un sofisticado análisis de redes, la investigación ha trazado vínculos entre los comisarios: coautoría, publicaciones comunes, afiliaciones institucionales y presencias en los medios académicos. ¿El resultado? Una red cerrada, dominada por un grupo restringido, con la Bocconi como centro gravitacional. Exalumnos y docentes se mueven entre revistas, centros de estudio y think tanks, influyendo silenciosamente en la dirección de la evaluación.
Pluralismo sacrificado en el altar del mainstream
La economía, disciplina por definición teóricamente plural, se reduce a una sola voz. Las escuelas de pensamiento heterodoxas son sistemáticamente marginadas, y los nombramientos en los paneles parecen a menudo “decorativos”, con algún nombre fuera del coro incluido solo para salvar las apariencias. Un fenómeno conocido como tokenismo: inclusión simbólica que no afecta el control real.
La evaluación que homologa y sofoca
¿El riesgo? Una investigación que premia el conformismo, que produce resultados “medibles” pero poco innovadores, que sirve a las jerarquías académicas más que al bien público. El sistema actual —fundado en lógicas de rendimiento, estandarización y competitividad— ha reducido la ciencia a un juego de suma cero, donde quien está dentro decide qué vale y qué no.
Se necesita un cambio de paradigma
Si la investigación debe realmente servir a la sociedad, debe liberarse de las lógicas oligárquicas que la encierran. El pluralismo científico debe ser protegido, la transparencia reforzada, el sorteo reintroducido. Se necesita una reflexión pública sobre el verdadero propósito de la evaluación: no homologar, sino promover la libertad intelectual, la innovación y el pensamiento crítico.
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