Corporativo

Europa es la tercera potencia mundial por PIB, pero es un gigante con pies de barro

de Lucrezia Reichlin. El acuerdo es totalmente asimétrico: Europa no obtiene nada, excepto la promesa de no ser golpeada aún más duramente y sobre esto, además, no hay ninguna garantía.

Europa es la tercera potencia mundial por PIB, pero es un gigante con pies de barro
Lucrezia Reichlin

En 2011, Europa se enfrentó a una crisis de deuda sin tener las herramientas económicas necesarias, ni la cohesión política para construirlas. Fue una crisis existencial que llevó al euro casi al colapso. 

Catorce años después, la guerra comercial iniciada por Trump encontró a Europa igualmente desprevenida, aunque esta vez tenía la herramienta adecuada, es decir, la competencia exclusiva para negociar acuerdos comerciales internacionales en nombre de sus 27 Estados miembros. 

El resultado fue un acuerdo comercial negativo que debilita su papel en el mundo y la hace vulnerable al agravamiento de sus divisiones internas. Un momento oscuro que tendrá consecuencias a largo plazo.

El acuerdo es totalmente asimétrico: Europa no obtiene nada. Además, el pacto desenmascara la hipocresía de quienes, de palabra, defienden el multilateralismo, pero, de hecho, aceptan firmar un acuerdo que viola las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Es un acuerdo que muestra de manera inequívoca su debilidad.

Pero la verdadera pregunta es por qué Europa no eligió desafiar el acoso de Trump y responder con una estrategia de represalia «ojo por ojo» basada en alianzas estratégicas con otros países. Esta estrategia podría haberse basado en acuerdos comerciales inteligentes con aquellas economías con las que tenemos importantes complementariedades y habría aislado a Estados Unidos, evitando la trampa de una negociación bilateral.

Claro, se habría corrido el riesgo de una guerra comercial, pero las consecuencias económicas y políticas de tal conflicto habrían sido peores para Estados Unidos que para nosotros. No olvidemos que los EE. UU., con la enorme deuda por refinanciar, habrían tenido que enfrentar, entre otras cosas, las consecuencias de su aislamiento sobre la volatilidad en el mercado de deuda.

Europa no persiguió esta estrategia porque depende de los EE. UU. para su defensa y para las tecnologías clave, pero también porque, aunque tiene el mandato para negociar en nombre de todos los Estados de la Unión, está debilitada por intereses divergentes entre sus países miembros y por sus diferentes sensibilidades políticas. 

Europa es la tercera potencia mundial por PIB, pero es un gigante con pies de barro.