Olviden el cliché del sastre que trabaja “por un trozo de pan”. La historia de Luca Grassia nace en los alrededores de Nápoles como subcontratista y hoy es una marca de referencia en el mundo de la moda a medida. ¿Su rasgo distintivo? Bocetos realizados a mano, entre lápiz y acuarela, que han enamorado a Japón (y a las redes sociales).
Todo comienza con un video
Un simple video en Facebook, donde Grassia dibuja y corta un traje, conquista a Jerry Kinoshita, gurú de la moda nipona. Desde ese momento, Nápoles y Tokio comienzan a comunicarse a través de la elegancia. Kinoshita vuela a Italia, conoce a Grassia y lo lleva a Japón, donde lo introduce a gigantes como Itochu.
De la pantalla a los escaparates de Tokio
El debut japonés ocurre con la entrada en la cadena de lujo Isetan, seguido por Estnation. Hoy en día, las prendas firmadas por Grassia – tanto prêt-à-porter como a medida – se venden también en Osaka y Kobe, con más de 200 piezas realizadas para una clientela atenta, exigente y fiel.
Anécdotas de una estrella del corte
Con el tiempo, la fama del maestro napolitano ha alcanzado a celebridades como Masahiro Okafuji, CEO de Itochu, y la estrella del pop Kamogashira San. Increíble pero cierto: un cliente quiso su firma en la pared de su restaurante en Tokio. Otro esperó dos horas por un autógrafo en una revista. Cuando la sastrería se convierte en culto.
Un oficio que se transmite
La familia Grassia es sinónimo de sastrería napolitana desde 1960. Tradición, calidad y pasión pasan de generación en generación. Con Luca, el arte de la aguja se encuentra con un diseño más joven, sin perder un gramo de autenticidad. Cada traje está pensado para fusionarse con quien lo lleva.
Japón y Nápoles: mundos lejanos, almas afines
“Tokio premia a quien sabe hacer con las manos, quien transmite autenticidad”, cuenta Grassia. “Siempre recordaré la cena organizada en nuestro honor, con productos típicos campanos traídos especialmente para hacernos sentir en casa”. La cultura nipona de la excelencia ha encontrado terreno fértil en el savoir-faire italiano.
La expansión continúa: Milán en la mira
Con un punto de venta en el Cuadrilátero de la moda milanesa, la marca entra en el gotha de la alta costura europea. “Milán es la puerta internacional del made in Italy – explica Grassia – y nuestro próximo objetivo es una red de tiendas monomarca en ciudades clave. Llevamos la sastrería napolitana por el mundo, manteniéndonos fieles a nosotros mismos”.
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